En mi infancia:
Pude recobrarte y alejar de mi
la tristeza de verte partir.
Pude aprender a escribir, leer
y en tus promesas creer.
Y pude sonreírle a la vida
con la risa que aún no termina.
En mi adolescencia:
Pude empezar a confiar en mis pasos
porque caminaba aferrado a tus brazos.
Pude ocasionarte un disgusto
y me perdonaste con gusto.
Y pude despertar al camino
que para mí habías construido.
En mi juventud:
Puedo alentarme con tu voz
y enfrentarlo todo con valor.
Puedo practicar la dulce honradez
que me enseñaste desde la niñez.
Y puedo aspirar a ser como tú
porque eres el mejor padre del Perú.
En tus cuarenta:
Puedo abrazarte dos veces fuerte
por estar contigo y por quererte.
Puedo esperar del futuro
que sigamos siendo uno.
Y puedo dedicarte esta poesía
para agradecerte en tu mejor día.