Tú
me debes
mucho
más que el dinero prestado de buena fe,
me
debes la confianza, de quien te supo querer.
Tú
me debes
aunque
lo ocultes o niegues a los cuatro vientos,
pese
a que la deuda te persigue en tus pasatiempos.
Tú
me debes
el
monto de dinero prestado en tus días de amargura,
y
me apena ver que pretendes olvidarlo con premura.
Tú
me debes
toda
la energía y el impulso que pensaste nunca tener,
y
mi aliento constante que evitaba que fueras a perder,
Tú
me debes
aquella
mano que te extendí para tu rescate seguro,
en
aquel día que te tropezaste con tremendo muro.
Tú
me debes
el
decisivo apoyo que ninguna persona te había brindado,
hasta
que llegaste a tocar mi puerta en tu día más desolado.
Tú
me debes
y
cuesta verte tan desagradecida en estos días grises,
sin
siquiera reconocer que yo logré borrar tus ojos tristes.
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