Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
por
eso aprendí a quererlos y admirar su andar galante,
con
los ojos de un simple aprendiz de jinete errante.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
por
eso disfruto mucho el montar a tan imponente animal,
formando
un binomio que cruza sonriente la orilla del mar.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
por
eso detengo cualquiera de mis pasos cuando los veo pasar,
para
medir con mis propios ojos la velocidad que puede ganar.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
por
eso no me gusta verlos enfrentar las protestas populares,
como
si hubieran sido creados para simples fines policiales.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
y
mi memoria conserva recuerdos de aquellos días festivos,
en
que mi caballo y yo éramos dos inseparables amigos.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
y
aquella distancia desde Chafan Grande hasta Limoncarro,
las
recorría mejor en caballo que subido en cualquier carro.
Recuerdo
que desde niño siempre me gustaron los caballos
y
quiero con estos sencillos versos confesar que los extraño,
al
caer la tarde con su manto de oscuridad y gran tamaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario