Sin
previo aviso el verano pronto se avecina
y
me provoca buscar un refugio en la playa,
donde
me desconecte de la enorme rutina
y
solo me preocupe por tener mi propia toalla.
Caminar
descalzo por la playa del sur
silbando
una canción que alegre mi paso,
sin
temor a tener que cargar alguna cruz
ni
a esa ola que recuerda el miedo al fracaso.
Sentarme
en la arena a construir otro castillo
que
evoque la época de los reyes y grandes lores,
volver
a sentirme otra vez cual si fuera un niño
que
produce tantas fantasías como canciones.
Jugar
con cada golpe de las olas que llegan del mar
como
desafiando a la naturaleza sin ningún temor,
buscando
el mayor relajo cuando pretendo sólo nadar
olvidando
agendas, rutinas y horarios en medio del calor.
Leer
sin horario definido una novela de ciencia ficción
mientras
bebo con emoción alguna cerveza bien helada,
percibir
en pleno silencio el palpitar de mi propio corazón
cuando
prendo la radio buscando una romántica balada.
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