Recuerdo
aquella primera vez que te vi en tu cunita
con
tus ojitos bien cerrados cual princesa dormidita;
y
me acerqué tan ilusionado por conocerte de prisa
sin
poder ocultar en mi rostro la más amplia sonrisa.
Llegaste
para iluminar con la más bella luz mi camino
y
desde que naciste ya no le temo a la oscuridad,
porque
me enseñaste a enfrentar el gran desafío
de
vestirme con el mejor abrigo de la paternidad.
Hoy
llegas a la mayoría de edad estudiando Derecho
y
no puedo dejar de mirar hacia atrás con emoción,
recordando
tantas cosas lindas que juntos hemos hecho
como
por ejemplo viajar por el Perú jugando en el avión.
Cumples
los ansiados dieciocho años bella luz de mis ojos
llena
de grandes metas alcanzadas en tan corto tiempo,
y
en el balance de tu firme camino no hay números rojos
sólo
el cálido latir de tus alas venciendo cualquier viento.
Quisiera
detener el reloj para regresar a tu niñez
y
volver a jugar construyendo castillos de papel,
mientras
ordenas, mandas y gobiernas por doquier
sin
siquiera haber aprendido a caminar o correr.
También
quisiera poder verte cuando ya seas abogada
y
te corresponda liderar el Perú rumbo a la alborada;
y
despertar cualquier día buscando el diario de madrugada
para
contemplar tu bello rostro llena de elogios en la portada.
Amy,
bienvenida a la mayoría de edad y la ciudadanía,
desde
hoy asumes el liderazgo de tu soberana voluntad;
queda
en tus manos el timón de tu propia nave y la capitanía,
para
navegar tras tus sueños venciendo cualquier tempestad.