Debí
haber sido bendecido por los Dioses al nacer,
porque
en los momentos de mayor oscuridad
y
cuando casi era imposible alguna salida ver,
de
pronto llega una mano amiga con piedad
y
me recuerda que no es tiempo de perder.
Debí
haber sido bendecido por los Dioses algún día,
porque
en los momentos de la más profunda tristeza
empieza
a llover de manera súbita gotitas de alegría,
como
si fuera la bebida que esperaba en mi mesa
para
aplacar aquella sed que me hundía en melancolía.
Debí
haber sido bendecido en momento inesperado,
porque
cuando estuve a punto de perder el camino
surgió
sin presentirlo la brújula que había olvidado,
para
ayudarme a retomar la ruta de mi propio destino
y
evitar que se repita cualquier tropiezo del pasado.
Debí
haber sido bendecido por los Dioses en Navidad,
porque
me volví un hombre creyente y optimista
que
combate el conformismo y no le teme a la soledad,
mientras
recorro mil auditorios cual si fuera artista
disfrutando
cada nueva misión docente a cabalidad.
Debí
haber sido bendecido por los Dioses al nacer,
porque
aunque resulte increíble o simple casualidad
cuando
me bloquean alguna senda que iba a recorrer,
de
pronto aparece otro camino con mayor luminosidad
que
me conduce hacia el valle donde habita el Poder.
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