03 noviembre 2015

Javier Francisco

Tengo un hijo varón que lleva mi nombre
y casi de pronto se va haciendo hombre,
con la enorme fuerza de su propio talento
que lo hace ganador desde su nacimiento.

Admiro que siempre le guste competir
sin miedo a los rivales ni dejar de sonreír,
como aquel primer día en su clase de natación
que se lanzó a la piscina sin demostrar temor.

Valoro sus triunfos en cada medalla deportiva
que me trajo a casa feliz y en letra llamativa,
para festejar juntos cada una de sus victorias
animándome a escribir más versos e historias.

Javier Francisco me convertiste en padre orgulloso
desde que naciste aquel 17 de octubre maravilloso,
día que confieso haber festejado muy largamente
bebiendo y bailando como si fuera un demente.

Conforme pasan los años creces mental y físicamente
como aquel rey león que siempre trae buena suerte,
y estoy seguro que te convertirás en un jefe ideal
sin que menos lo pienses, sin siquiera presagiar.

Tengo un hijo varón que lleva mi nombre
cual mejor bendición que nadie asombre;
por eso me inclino ante el divino creador
para decirle mil gracias de todo corazón.

Cuando cierre mis ojos para siempre algún día
partiré con la dicha de haberte formado bien,
y cuando te animes a leer esta sencilla poesía

sabrás que te adoro más de lo que puedas creer.   

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