Quien
lo hubiera imaginado que un día menos pensado
los
caminos de la vida me iban a devolver al sendero,
donde
alguna vez estuve caminando muy desolado
y
ahora cada nuevo paso enciende un mágico lucero.
Quien
hubiera tenido el don de predecir el futuro
seguro
me habría ahorrado una que otra tristeza,
porque
hoy todo camino y puente es muy seguro
y
no le temo a pisar el acelerador con destreza.
Quien
me hubiera visto en mis tímidos días inciertos
quedaría
en este momento totalmente sorprendido,
porque
he logrado atravesar los grandes desiertos
hasta
superar noches de peligro sin quedar herido.
Quien
alguna vez se hubiera tropezado con el error
ya
no tendría por qué volver por el mismo camino,
más
bien debería poder superar cualquier temor
a
caminar con los ojos cerrados a su propio destino.
Quien
al sólo escuchar una vieja canción de amor
de
pronto sus ojos se llenan de lágrimas gruesas,
estoy
seguro que hubiera preferido olvidar una flor
para
no seguir cargando siempre su dolor a cuestas.
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