Me gustas cuando estás sonriente
como una flor naciente,
como esta primavera
que llega y nunca se queda.
Eres un poco caprichosa
terca, tímida y miedosa,
y no puedo negar
que te busco mirar.
Siento que tu mirada
se haya a mí atada,
como las olas del mar
o mis ganas de rimar.
Pienso en ti cada momento,
te necesito conmigo,
sintiéndome más herido
al no ver tu firmamento.
Que pasará mañana
cuando nos hayamos ido
de ese alejado nido
hacia la oscura ramada.
Amanece un nuevo día
para nuestro velero,
sin un rumbo certero,
sin viento, ni alegoría.
Me gustas al caminar
cuando te sientas a mi lado,
queriendo poder encontrar
todo lo ayer olvidado.
No me hagas navegar
sólo y sin rumbo,
que no me pienso marchar
hacia el mar profundo.
Mira como pasa la vida
sin volver, ni parar,
dejándome una flor herida
en medio del azul mar.
Me gustas pensativa,
triste, molesta, callada,
y al llegar tu partida
mi
alegría se acaba.
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